domingo, 15 de noviembre de 2009

Capítulo 9, Crucero a Barcelona.

En la cola del barco risas, felicidad, narración de sueños de los que nos separaba una pasarela, comitiva de coches mafiosos y motoristas heavys que resultaron ser unas agradables y educadas personas.
Subimos en fila, pues no hay otra forma de subir mediante una pasarela de media metro de ancho, y somos recibidos por una sonriente tripulación. Uno de ellos nos acompaña al camarote y, tras irse, comenzamos a escenificar el tópico de cine del alboroto en la habitación. Mi tía lo frena. Comenzamos a explorar los distintos espacios y terrazas. Cogemos bono en el gimnasio-balneario que usaríamos bastante y vamos a cenar. Noche tranquila. Despertamos con ganas de piscina pero, vacía estaba ya a las 10 de la mañana. Tomamos el sol mientras mi tía descansa el mareo en el camarote. El barco se mueve. Se mueve bastante. Voy por los pasillos de un lado hacia otro tropezando con otros viajeros. Es gracioso ver gente zarandeándose y tropezando a lo largo de un pasillo a modo de borrachos. Después encontraría mi parte favorita del barco. Estuve media hora en un lateral al aire libre en el cual había una corriente de aire capaz de mantenerme inclinado perfectamente. Un masaje estupendo.
El barco está bien para hacer el recorrido a Barcelona, pero ya me aburriría estar un día más. No me imagino una semana de crucero.
Por la tarde llegamos al puerto de Barcelona, donde estaríamos un par de días visitando la ciudad con un clima favorable que no recordaba a los cuarenta grados de Roma.

1 comentario:

Willy Fog dijo...

No me tienetes que te cuento lo bien que me lo pasé yo. BKS