viernes, 20 de noviembre de 2009

Regreso

Hacía veinte años que había dejado el pueblo. Habían cambiado muchas cosas. El pueblo se había modernizado y vivía mucha gente nueva. Él volvía con su sueño de triunfar doblado en la maleta, arrugado y desvaído.
A medida que avanzaba por los caminos se cruzaba viejos conocidos a los que saludaba con un leve movimiento de mentón o un amago de sonrisa. La verdad dudaba que lo recordaran. Nunca había sido muy sociable. Por esa zona del pueblo no había cambiado nada. Quizás farolas nuevas y perros nuevos en las casas.
Se paró en un portal de hierro negro que había sido testigo de sus juegos de infancia y hechó un vistazo al interior de la parcela. Agarró el cordel de la campana, pero lo soltó. Miró a ambos lados y continuó camino abajo.

martes, 17 de noviembre de 2009

Viaxe a Italia en 10 capítulos.

Viaxe a Italia en dez capítulos foi unha idea ideada no tren de ida a Barcelona. Baixo a promesa de escribir un pouco cada día da viaxe, pregunteime por qué non subilo á web? E así pasei dunha libreta de papel reciclado a un formato dixital un resumo das miñas andanzas pola bota de Europa.
Se alguén non entendeu algo, ou quere saber sobre algo que esquecín por, pode preguntar.

Un saúdo, Sinistro.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Capítulo 10, Fin del viaje.


Desembarcamos y dejamos las maletas en el hotel. Paseamos por el Paseo de Gracia, presenciamos una estupenda actuación de breakdance y a dormir. Por la mañana visitamos la Sagrada Familia y el Parque Güell.
Por la tarde tren a vigo. Ya es familiar. No hay novedades, ni problemas con las camas, ni botones de auxilio.
Amanecemos en Galicia.
Se acabó el viaje.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Capítulo 9, Crucero a Barcelona.

En la cola del barco risas, felicidad, narración de sueños de los que nos separaba una pasarela, comitiva de coches mafiosos y motoristas heavys que resultaron ser unas agradables y educadas personas.
Subimos en fila, pues no hay otra forma de subir mediante una pasarela de media metro de ancho, y somos recibidos por una sonriente tripulación. Uno de ellos nos acompaña al camarote y, tras irse, comenzamos a escenificar el tópico de cine del alboroto en la habitación. Mi tía lo frena. Comenzamos a explorar los distintos espacios y terrazas. Cogemos bono en el gimnasio-balneario que usaríamos bastante y vamos a cenar. Noche tranquila. Despertamos con ganas de piscina pero, vacía estaba ya a las 10 de la mañana. Tomamos el sol mientras mi tía descansa el mareo en el camarote. El barco se mueve. Se mueve bastante. Voy por los pasillos de un lado hacia otro tropezando con otros viajeros. Es gracioso ver gente zarandeándose y tropezando a lo largo de un pasillo a modo de borrachos. Después encontraría mi parte favorita del barco. Estuve media hora en un lateral al aire libre en el cual había una corriente de aire capaz de mantenerme inclinado perfectamente. Un masaje estupendo.
El barco está bien para hacer el recorrido a Barcelona, pero ya me aburriría estar un día más. No me imagino una semana de crucero.
Por la tarde llegamos al puerto de Barcelona, donde estaríamos un par de días visitando la ciudad con un clima favorable que no recordaba a los cuarenta grados de Roma.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Capítulo 7, Civitavequia

Bajamos en la pequeña estación de ferrocarril de Civitavequia, a escasos dos quilómetros de los cruceros amarrados. Tomamos un aperitivo en la estación, entendiéndose aperitivo por una buena porción de pizza y un café helado por mi parte.
Preguntamos la dirección al puerto y nos encaminamos. Vamos a cada paso descubriendo una pequeña villa turrística con una cantidad desmesurada de hoteles en proporción al tamaño de la población. Día soleado, calor, decidimos comer en un bar a pie de playa unas refrescantes ensaladas. Queda tiempo aun para embarcar. Pregunto a la camarera si alquilan piraguas y me contesta negativamente. Una pena. Pero inmediatamente después me ofrece la suya con la condición de no hundirla. Acepto encantado y momentos después surco el mar de aguas cristalinas evitando corales de diversos colores. Le doy las gracias por el préstamo y procedo a secarme al sol.
Más avanzada la tarde tomamos rumbo al puerto y hacia una nueva etapa del viaje. Crucero a Barcelona.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Revívese o Titanic en Goián.

Hola, hoxe acompañado de Ghumersinda, véxome obrigado a interromper a narración das miñas andanzas por Italia.
Esta noite, ás 21.53 a banda da Agrupación Musical de Goián, atópabase ensaiando no auditorio local. Este edificio sempre deu algún que outro problema, pero nunca tal viran os ollos destes músicos. Mentres interpretaban a obra Titanic cos novos membros da agrupación comezou a pingar auga dunha das bocas do aire acondicionado. Motivo de risa por parte dos músicos, pois sempre andamos ca teima de que algún día vai cair. Mentres púñamos a salvo do regueiro de auga as mochilas e fundas de instrumentos, comezou unha segunda e máis forte pingueira noutra boca. E instantes despois de toda boca de aire acondicionado e de toda alarma de incendio (e buratos do teito que non deberían estar) caía un torrente de auga. Recollemos a ritmo frenético e avisamos ás autoridades competentes.

Non houbo vítimas físicas, pero si emocionais. Cando chegou o equipo de protección civil local, o Quin Team, puidemos marchar ás nosas casas máis tranquilos.

pd: Mañá non hai ensaio.

Ghumersinda e Sinistro (músicos afectados)

Capítulo 6, Roma


Arribamos a Roma Termini y nos encaminamos al hotel. Hacemos un planning para ver todo en los días disponibles. La primera jornada de turisteo obviamos el Colosseo y el Vaticano. Vemos la Fontana di Trevi, la Plaza de Espagna y callejeamos un poco. La Plaza de Espagna sería nuestro centro de reuniones en Roma. Debió ser por eso de sentirse más próximos a casa ya.
El segundo día vamos al encuentro del coloso y del Forum. Es realmente impresionante. Tratas de proyectar sobre cada ruína una imagen virtual, rellenando los huecos con pinturas y cubriendo de personas el graderío. Sería el Camp Nou de la época supongo.
Por la tarde deciden ir de nuevo a la zona de la Plaza de España y yo me voy gustosamente solo a caminar endos horas lo que juntos nos llevaría un día entero. Visito la plaza del Vaticano, el Castel San't Angelo coronado por un ángel de bronce que a la luz del atardecer semeja de oro, el Palazzo de Giustiza, doce de los trece puentes que figuran en mi mapa del centro de la ciudad y me pierdo por calles adoquinadas y sin turistas. El río tiene algo mágico, los turistas no lo atravesamos nunca por costumbre, durante dos horas solamente me crucé a una pareja de aspecto nórdico. Después me reúno con el resto del equipo en las escaleras de la Plaza de Espagna.
Tercer día, visitamos todos juntos el vaticano por la mañana. Voy con Andrea a visitar las tumbas de los papas. Es cómico, gente llorando en la de Pablo II y al lado dos jóvenes japonesas sacándose fotos con las tumbas posando sonrientes. Vemos también la Basílica de San Pedro. Dato curioso el de que la estaban aspirando. Con una aspiradora normal. Una sola persona. Tarde y noche relajadas. Nos despedimos de la vida nocturna romana y nos vamos a dormir.
Madrugamos y tren a Civitavequia, el puerto más cercano a Roma.


Foto: Coliseo (Sinistro)

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Capítulo 5, Florencia (Firenze).


Despedida silenciosa pero alegre de Venecia. A ninguno agrada dejar la ciudad, pero todos queremos proseguir el viaje.
Florencia derriba mis sueños formados con esencia de promesa de belleza concentrada y una pizca de credulidad de fábrico propio. Sigo prefiriendo Venecia tras ver museos y al coloso de ármol de Carrara, El David, esculpido tiempo atrás por Leonardo Queconlasfronterasactuales Noseríadevinci. El David es una obra que impresiona ver pero, al igual que la visita express a la torre de Pisa, pierde al tener de antemano tanta información. O tal vez el que se magnifique tanto y a personas como a mí nos llame más la atención la obra de ingeniería hidráulica encargada de mantener en pie la torre de pisa. Soy un bestia, sí. Me gustaría encontrarme con algo sobre lo que no haya leído, pero en un mundo sumido en la globalización, es practicamente imposible. Saco dos fotos de la impresionante catedral de Florencia, pero no me entusiasma la ciudad.
El segundo amanecer en la urbe, tren a Roma Termini. La estación central.


Foto: Torre de pisa

martes, 10 de noviembre de 2009

Capítulo 4, Venecia

Me despierto con unos ojos notablemente cansados que recuperan su blancura a medida que avanza el desayuno. Nos vamos. Recogemos todo y nos encaminamos a la estación en la que estará el esperado tren que nos llevará a la ciudad de los canales. Tras las esperadas histerias de última hora por faltar solamente quince minutos para que salga el tren del andén número 22, subimos a un tren en precario estado.
Viaje corto y... Venecia. Desde que sales de la
estación hasta que te vas de la ciudad, no dejas de maravillarte con el espectáculo de canales y edificios que desfila por delante de ti y a la vez te arropa como si de tu propia casa se tratara. Es algo completamente nuevo. No hay coches! El dedo índice de la mano derecha me pide ráfagas de fotos por doquier, pero te contienes. No intentes retratar todo, es imposible. Además no puedes verlo por un visor, El paisaje te pide una vista de 180 grados para apreciarlo sin perderte muchos detalles. Aún así fotografío numerosos callejones solitarios, canales en proceso de desintegración y innumerables puentes. No te cansas de ver puentes. Paseo en góndola, nada especial. Me siento más atraído por la capacidad de maniobra del gondolero con semejante embarcación que por el paseo en sí. Aprecias mucho mejor las cosas desde las calles. Destacar el puente de Rialto es obligado. Desde arriba gozas de una panorámica del Gran Canal, pero desde abajo, a su vera, bajo esa mole de piedra blanca que obliga a equipar las gafas de sol, te rodea una tranquilidad inesperada. Visitamos un par de museos, dos, pero la pintura de motivos religiosos no me acaba de gustar. Soy un ser embrutecido por las películas de acción? No creo, son feas con ganas. Ganas de cansarme y, sin conseguirlo, disminuir mi ímpetu explorador. Elige una cosa: un callejón con un puente sobre un pequede prontoño canal, de casas amarillo ocre, rojo salmón y verde con sus ventanas desvencijadas de las cuales colgaban coloridas jardineras. Me acuerdo de mi madre y su lucha interna con los perros por quien decora mejor el jardín. Por la tarde callejeo por estrechos y oscuros callejones, es otra parte de la ciudad, no hay turistas, te miran sorprendidos.
La estancia en Venecia fue, sin duda, lo mejor del viaje.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Capítulo 3, A Milán.


Tras aprovechar el breve espacio de tiempo con nuestra guía, comenzamos la maniobra de ir primero a Sants a por las maletas allí guardadas para ir más tarde a la Estación de Francia, estación de origen del tren a Milán.
Nos dejamos embelesar por una estación nada comparable a la enorme y moderna Sants, dejando volar, aunque con a
maginación. Por fin, tras momentos de histeria desvelan el bien guardado número del andén. Es, sin duda, el tren más largo que he visto en mi vida. Nuestro vagón está a unos 500 metros de la estación. No es el último. De pronto viajo en el tiempo. Ese mismo tren, decadente ha doce años ya, me llevó a Madrid en mi séptimo cumpleaños. Como cambia la visión de las cosas con la edad. Recuerdo estar extasiado por ir en la litera de arriba. Ahora ir en la litera de arriba conlleva un especial cuidado al incorporarse, el techo no es muy elevado. Pese a la falta de higiene y ruidos, duermo espléndidamente. Al despertar por tercera vez ya nos encontramos cerca de nuestro destino. Exprimiendo el tiempo de sueño, recogemos y preparamos a bajar ya como turistas en Italia.
El hotel se encuentra muy cercano a la estación. Puntazo. Por la mañana vemos todo lo que supuestamente hay que ver en Milán, Il Duomo (la catedral) y las galerías de la moda. La catedral es impresionante, y cuanto más subiendo a los inmensos tejados. En nuestra primera comida en Italia se confirman mis sospechas, mis miedos a los mitos. Menuda porquería de pizza. Por la tarde proponen repetir el plan de la mañana. Me voy a callejear y a sacar alguna foto que no sea de la catedral. Nos reencontramos al anochecer, cenamos, y nos vamos a dormir.
Intento dormirme pensando en mis cosas, pero lo había conseguido, no las recordaba. Estaba realmente disfrutando del viaje.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Capítulo 2, El tren, toma de contacto.

Entro al tren precedido y seguido, en el medio, de mis compañeros de viaje. Tomo asiento en el compartimento que compartiría con mi primo hasta Barcelona. Es una cabina estrecha pero bien diseñada y aprovechada. Me agrada la comodidad que sustituye a la esperada sensacion de claustrofobia. Como buenos exploradores tocamos todos los botones posibles incluyendo el de llamada a cabina. Nos sorprende una voz con un toque autoritaria pero que no esperaba ninguna llamada de auxilio, si no, la típica llamada de equivocación de unos viajeros inexpertos. La cabina parece diseñada por los duendes que hacen los muebles de IKEA, en una revista no desencajaría nada.
Salimos con el resto de exploradores en busca de la cafetería. Tarea no muy complicada pensando que solo se puede ir en una dirección. Eso sí, no nos equivocamos de sentido.
Hora de dormir. Se descuelgan de la pared dos camas, un poco justas he de decir, pero cómodas. La habitación bien insonorizada, pero un tic constante sin tac nos desvela un poco. Vemos una peli que ninguno consigue ver acabar, y negro.
Varias estaciones y llegamos a Barcelona. Contactamos con nuestra guía y comenzamos una corta, pero interesante visita por los barrios mas llamativos de la ciudad.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Capítulo 1, Nos vamos.


Puede, o no, que para ti resulte extraño ser despedida por toda la familia cuando viajas, y de hecho estoy convencido de que no es lo habitual. He de decir que no poseo experiencias suficientes con las que elaborar un argumento que abale tal cosa, pero por eso me convenzo yo solo. Para mi, que esté media familia, es lo habitual.
En el andén se encontraban los padres de uno, la mujer de otro y las amigas de pongamos una estudiante, entendiéndose por estudiante una chica con mochila pensada para el transporte de un ordenador portátil y una maleta. El caso es que a nadie más le despedían sus abuelos, su bisabuela, padres, cuatro tías y un tío. No.
El andén donde dejábamos a esta muchedumbre se empequeñecía de forma directamente proporcional al número de pasos que dábamos hacia nuestro vagón de destino. Una vez en la puerta, dejé la maleta y volví a su lado. Soy un sentimental, y sabía que el tren aún no partía. Intercambiamos unas frases sin significado que dejaban entrever los tan disimulados nervios por el viaje y volví al tren.


Foto: Estación de O Porto (Sinistro)