martes, 10 de noviembre de 2009

Capítulo 4, Venecia

Me despierto con unos ojos notablemente cansados que recuperan su blancura a medida que avanza el desayuno. Nos vamos. Recogemos todo y nos encaminamos a la estación en la que estará el esperado tren que nos llevará a la ciudad de los canales. Tras las esperadas histerias de última hora por faltar solamente quince minutos para que salga el tren del andén número 22, subimos a un tren en precario estado.
Viaje corto y... Venecia. Desde que sales de la
estación hasta que te vas de la ciudad, no dejas de maravillarte con el espectáculo de canales y edificios que desfila por delante de ti y a la vez te arropa como si de tu propia casa se tratara. Es algo completamente nuevo. No hay coches! El dedo índice de la mano derecha me pide ráfagas de fotos por doquier, pero te contienes. No intentes retratar todo, es imposible. Además no puedes verlo por un visor, El paisaje te pide una vista de 180 grados para apreciarlo sin perderte muchos detalles. Aún así fotografío numerosos callejones solitarios, canales en proceso de desintegración y innumerables puentes. No te cansas de ver puentes. Paseo en góndola, nada especial. Me siento más atraído por la capacidad de maniobra del gondolero con semejante embarcación que por el paseo en sí. Aprecias mucho mejor las cosas desde las calles. Destacar el puente de Rialto es obligado. Desde arriba gozas de una panorámica del Gran Canal, pero desde abajo, a su vera, bajo esa mole de piedra blanca que obliga a equipar las gafas de sol, te rodea una tranquilidad inesperada. Visitamos un par de museos, dos, pero la pintura de motivos religiosos no me acaba de gustar. Soy un ser embrutecido por las películas de acción? No creo, son feas con ganas. Ganas de cansarme y, sin conseguirlo, disminuir mi ímpetu explorador. Elige una cosa: un callejón con un puente sobre un pequede prontoño canal, de casas amarillo ocre, rojo salmón y verde con sus ventanas desvencijadas de las cuales colgaban coloridas jardineras. Me acuerdo de mi madre y su lucha interna con los perros por quien decora mejor el jardín. Por la tarde callejeo por estrechos y oscuros callejones, es otra parte de la ciudad, no hay turistas, te miran sorprendidos.
La estancia en Venecia fue, sin duda, lo mejor del viaje.

1 comentario:

Derpertina dijo...

Ya te dije yo que ibas a sacar fotos hasta cansarte en Venecia...
y tambien pienso que es lo mejor de un viaje a Italia. Al fin estamos de acuerdo en algo!!! xD