sábado, 10 de julio de 2010

Progreso adecuadamente

Partido Alemania-Uruguay a las 20.30 hora española peninsular.
Regreso a casa de tomar el sol y unas partiditas las cartas y me preparo una cena en condiciones para aguantar hasta los penaltis.
Busco la cadena de televisión adecuada para ver el encuentro. Últimamente me da igual cual retransmita los partidos. No me gusta ninguna. Toca cuatro y con ella el sonido ambiente más cargado de todas las cadenas. Las vuvuzelas me atormentan entre bocado y bocado al bocadillo de queso y salchichón, pero a la vez me hacen recordar mi niñez.
De pequeño poseía una vuvuzela a la que yo denominaba trompetilla hasta este mundial en el cual se hicieron famosas, por lo menos tan famosas. Llevo quince años teniendo conciencia de lo que es el fútbol y cada año que pasa y encuentro más atractivo el juego, menos me interesa la afición. Otros años me hubiese ido con todos mis amigos a verlo en una pantalla gigante de las que invaden cualquier población mínima en estos días. Y hoy cuando rechacé la invitación para ver la final que se jugará en escasas 19 horas me sentí mayor.
Cinco minutos bastaron de recapacitación para concluir que no es nada extraño el preferir la comodidad de un sofá y una cena apetitosa al sol de la tarde y estar de pie sin comer nada. Lo extraño es querer estar entre esas masas enloquecidas. Masas de las que gran parte no ve el fútbol con regularidad ni son simpatizantes de ningún equipo. Está de moda.
Espero, no tanto por sentir los colores como por lo majos que me parecen algunos jugadores de la selección española, que estos chicos ganen el mundial. Que no lo ganamos todos. Lo ganan ellos. Y el mérito es suyo y de un equipo técnico y no del que grita en el bar al entrenador, como si éste pudiese oírlo, que saque a uno u otro jugador. Seleccionador sólo hay uno. Así que a las 20.30 horas de hoy, pues hoy ya es Domingo, me sentaré en una butaca frente al televisor con víveres para noventa minutos, confiado yo de no ir a prórroga, y disfrutaré los últimos noventa minutos de un mundial que sólo me dio buen sabor de boca a partir de cuartos de final.

3 comentarios:

Sun Iou Miou dijo...

Se eu sei que ías falar disto, non veño.
Fai como que non me viches, nin estou a ouvir petardo ningún destas horas.

sinistro dijo...

Tamén tes que saber que non formo parte do conglomerado tumultoso de barullo que estás a ouvir.

condado dijo...

Pues ya somos dos. Pero mira, el otro día vi un total por la tele de un señor que decía más o menos que este mundial era tan importante porque nos regresaba a todos, los que por mala suerte, tantas veces, no pudimos celebrar nada otras veces en que también lo merecíamos. Y nada puede hacer que no lo celebre yo también, en silencio, como a mi me gusta el futbol y alegrándome sobre todo de que el más pequeñito se haya convertido en el más grande...